Que la política exterior de la UE es la suma de los
intereses de los países miembros es alto sobradamente sabido. Ese es para
muchos el lastre más importante de los 28, incluso después del TUE de Lisboa en
2007. Y esta circunstancia hace que la UE pierda pie en esta carrera. En el
actual orden mundial, donde no hay hegemones claros, surgen de la crisis
económica líderes claros, como los BRICS, que dirigen sus respectivas regiones,
y que quieren contar en las grandes decisiones internacionales. Su crecimiento
económico posibilitó su nacimiento como países emergentes, y aprovecharon su
potencial monetario para situarse como referentes internacionales en lo
político y lo estratégico. China y Rusia son los claros ejemplos. Mientras
tanto, la UE sigue sin aprovechar su enorme potencial y pierde pie con respecto
de estos líderes regionales, además de EE.UU. Mientras que se sigue teniendo en
cuenta a la UE en materia económica, donde los 28 delegan importantes
responsabilidades en el Consejo o en la Comisión (el debate del TTIP es el
ejemplo claro), la consideración sobre las materias PESC o PESD son observadas
desde un punto de vista más laxo, ya que todos saben que las decisiones en
estas materias, también en la acción exterior, necesitan de un consenso
especial de los países miembros, y que existe la posibilidad de veto[1].
La
economía no es suficiente para poder llevar los valores de la UE al resto del
mundo, sobre todo aquellos países que son un riesgo para la seguridad de los
europeos, entendida la seguridad no solo como la llegada de yihadistas, sino
como la provisión de alimentos o energía. Al Soft Power que vende la UE le han salido serios competidores, que
llevan la misma seguridad económica, o más,
para que puedan prosperar sin exigir a cambio gobernanza, derechos
humanos o democracia. Otro elemento que posibilita la falta de política
exterior de la UE surge de la reflexión siguiente: los países de la UE también
están considerados como los mayores donantes de ayuda humanitaria del mundo.
Los países, no la UE. Ni siquiera para un asunto tan determinante existe una
posición global, ya que la llamada diplomacia
clásica sigue operando en el inconsciente colectivo de los diferentes
países.
La economía por sí sola no garantiza nada; le falta una
diplomacia fuerte con una sola voz, apoyada por un aparato militar potente. Tal
es el caso de EE.UU y, últimamente, de Rusia[2], a pesar
del veto europeo y estadounidense por la crisis de Ucrania; China también
controla estos tres aspectos que le confieren el título de hegemón regional.
Precisamente, tal y como relata el autor del artículo[3], Ucrania
ha sido uno de los pocos momentos en los que la UE ha hablado con una única voz
en el ámbito internacional desde la PESC. A pesar del TUE de Lisboa, la
política exterior de la UE sigue teniendo muy poco peso.
Existe un antes y un después de los noes de Francia y Holanda[4] a la
Constitución Europea. En ésta se ponían las bases para una verdadera unión
política. A pesar del no a la Constitución Europea, el TUE de Lisboa de 2007
pretendió sustituirla, pero no lo consiguió. Es cierto que se aprobó una
presidencia permanente del Consejo y una figura de ministro de Asuntos Exteriores (el Alto Representante), pero ésta
es una competencia compartida entre la Unión y los estados miembros[5]. También
se refuerza al Parlamento Europeo. Es decir, se crea un legislativo fuerte, se
hacen propias las competencias económicas pero no se crea un ejecutivo potente.
Sin duda la actitud de países como Reino Unido, Alemania o Francia impiden una
unidad política mayor en la UE, ya que piensan que la defensa de sus intereses
irá mejor por sí mismos. Sin embargo esta afirmación es cortoplacista e
incierta, ya que las amenazas que vienen son tan globales que se necesita la
anuencia de una superestructura como la de la UE para poder superarlas. Nueve
países[6] de la UE
no forman parte de la Unión Económica y Monetaria. De todos ellos, la única
moneda que compite con el dólar o el euro es la libra esterlina, aunque esta
última cotiza por debajo de la estadounidense y la europea.
Son
razones históricas las que hacen que Reino Unido sea tan euroescéptico; sin
duda el británico ha sido uno de los tres imperios que han existido en el
mundo, al menos para el neo estructuralista
Inmanuel Wallerstein[7]. Pero a
pesar de estar en condiciones para controlar situaciones de carácter
internacional de manera aislada, resulta beneficioso para cualquier país formar
parte de la UE según el principio de la
racionalidad de la cooperación de Robert Axelrod. Hoy el milagro europeo pende de un hilo,
concretamente con el referéndum británico de permanencia en la UE que se
celebrará en 2017. Un “Brexit” podría
marcar la salida de otros países como Austria o República Checa de manera
inmediata. Y esta situación se da a pesar de las condiciones ventajosas que
Reino Unido tiene en la UE[8].
Tanto la ONU como la OTAN forman parte de las decisiones que
los 28 han ido tomando a este respecto. Después de la guerra fría y la caída de
Muro de Berlín, la geoestrategia mundial cambió radicalmente. Naciones Unidas
tenía el mandato de convertirse en la sociedad
de naciones que Inmanuel Kant diseñó en su opúsculo “La Paz Perpetua”[9]. Y
aunque no haya conseguido serlo, muchas de las contiendas internacionales se
siguen solucionando en el seno de su Consejo de Seguridad. La OTAN representa
el poder militar de buena parte del mundo; en concreto de 22 de los 28 miembros
de la UE. ¿Por qué hace falta una estructura militar propia entonces? Como
excusa resulta razonable en el cortoplacismo al que me refería hace un momento.
Pero, tal y como refleja Jan Techau en su artículo[10], la
gestión de la crisis de los refugiados sirios ha puesto en entredicho la
capacidad de los países del primer mundo para ayudar a solucionar una crisis
humanitaria de primer grado. Lógicamente, las dudas y falta de acción de la UE
han generado desconfianza internacional sobre ella; si ni siquiera en este
asunto de tanto calado humanitario han dejado de prevalecer los intereses
nacionales de los países, ¿qué se puede esperar, hoy día de la acción exterior
de la UE?
La política europea de vecindad (en adelante PEV)
desarrollada desde el denominado Proceso
de Barcelona de 1995, se consolidó como una forma de llevar los valores a
las fronteras sur y este de la UE, a la vez que se controlaban, desde la
prevención, las amenazas. Para los vecinos del Sur de la UE, se generaban
importantes ayudas económicas a cambio de participar de sus mercados de manera
prioritaria, además de influir en su gobernanza a través de los valores de la
UE (democracia, derechos humanos); Pero la PEV puesta en marcha oficialmente
desde 2003 no ha funcionado. Injerencias propias (Francia con la Unión por el
Mediterráneo de 2008), la crisis económica y las primaveras árabes cuestionaron
claramente este sistema de partenariado. No en vano, la UE negocia con
gobiernos dictatoriales y autocráticos, al que envía gran cantidad de dinero,
para mantener unas relaciones económicas privilegiadas y un cambio de
gobernanza que nunca ha llegado.
La UE debe mantener su estatus de poder hegemónico regional.
Pero ya no es atractiva para los países de las fronteras SUR y ESTE. Como ya
dijimos, muchos terceros estados compiten con la UE en mantener unas relaciones
estables (China, Rusia, Arabia Saudita, Qatar y Kuwait, entre otros). De hecho
en 2015 se ha producido una discrepancia entre el Consejo Europeo, la Comisión
Europea y el Parlamento Europeo sobre este asunto. La UE no quiere renunciar a
la implantación de sus valores, que por otro lado son universales, pero los
países receptores están recibiendo ayuda sin la presión de aceptar
“imposiciones” morales y socio-políticas. Por ello la UE de hoy se esfuerza en
mantener una relación privilegiada con EE.UU; también al revés puesto que el título
de hegemón mundial ya no existe y EE.UU se esfuerza en mantener su candidatura
(sólo de esta forma se entiende la campaña que el Presidente Obama ha puesto en
marcha en Reino Unido para que se mantenga en la UE[11]). Quizá
EE.UU., sabiendo de esta debilidad, esperemos que coyuntural, de la UE, se
empeñe en la firma del TTIP[12], del
que sabemos oficialmente poco y que pone en cuestión a la mismísima
Organización Mundial del Comercio (en adelante OMC) en diferentes áreas como la
sanitaria[13].
Si la UE se desdibuja en sus relaciones bilaterales, en las
organizaciones supranacionales como la OSCE, en el G7, G8 o G20 y deja de
influir en el mundo de manera decisiva, se corre el riesgo de volver a tener un
mapa geopolítico de bloques en vez de valores. Por ello, sin renunciar al Soft Power, a la implantación de los
valores, la UE debe caminar inexorablemente a la unión política en una posición
de fuerza dentro del multilateralismo actual.
[1]
La mayoría cualificada, o doble mayoría, que funciona desde el 1 de noviembre de 2014
establece que para las propuestas de la Comisión Europea o de la Alta
Representante debes ser aprobadas por 16 de los 28 países cuando representen al
65% de la población de la UE. Por otro lado, existe una minoría de bloqueo
cuando así lo hacen cuatro países que representen el 35% de la población de la
UE.
[2]
Ya sea como país o a través de la Organización de Cooperación de Shangai o de
la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva.
[3] Jan Techau: Strategic options for Europe,
the occasional power. Carnegie Europe. 18 diciembre 2015. Página 2,
párrafo 4.
[4]
Referéndums celebrados el 29 de mayo de 2005 en Francia y el 1 de junio de 2005
en Holanda.
[5]
La PESC y la PESD son competencia compartidas especiales.
[6]
Bulgaria, República Checa, Dinamarca, Croacia, Hungría, Polonia, Rumanía,
Suecia y Reino Unido. https://www.ecb.europa.eu/euro/intro/html/map.es.html
[7] Wallerstein dice que, en la historia del mundo, tres imperios han
controlado al 100% y en algún momento tanto la PRODUCCIÓN AGROINDUSTRIAL, como
EL COMERCIO y las FINANZAS: HOLANDA en el siglo XVIII, Reino Unido en el siglo XIX y
EE.UU en el siglo XX.
[8]
Reino Unido mantiene desde su integración en la CEE en 1973, después de que De
Gaulle dejara el gobierno francés ya que era quien vetaba su entrada desde
1961, cuatro cláusulas denominadas opt-out, es decir, cuatro áreas
donde su legislación prevalece sobre la de la UE. Estas son: No sumarse a la
Unión Económica y Monetaria (no es zona Euro), no forma parte de la zona
Schengen, políticas sociales (carta de derechos de los europeos) y el área de
seguridad, libertad y justicia.
[9]Kant. La paz perpetua.
Tecnos. Madrid. 1985. Sin duda, la obra de Kant
adelanta muchas de las ideas sobre las que descansa el mundo de la política
internacional hoy día. Conceptos tales como federación de pueblos, derecho de
gentes, justicia global y república serían sinónimos de la actual Naciones
Unidas como garante del imperio de la ley, el derecho internacional y la
democracia.
[10]
Ibídem nota 3, página 3, párrafo 6.
[11] El Mundo, 23 de abril de 2016. “El presidente estadounidense, Barack Obama, ha defendido su derecho a
inmiscuirse en el debate sobre el referéndum de la Unión Europea alegando la "relación
especial" con el Reino Unido y en defensa de los intereses americanos”.
[12] ¿Qué es el TTIP?
[13]
La OMC alerta del TTIP si se incluye el ámbito sanitario.
Excelente reflexión y certera para permitir un pensamiento propio sobre el entramado CE
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