El concepto de seguridad ha evolucionado. Ya no estamos hablando únicamente de la defensa de un territorio, sino que estar seguro en el siglo XXI lleva implícitos otros conceptos tales como disponer de acceso al agua, a la cultura, a una gobernanza democrática o tener acceso al alimento. La seguridad alimentaria cobra especial atención estos días en la medida en la que los efectos del cambio climático se hacen más visibles. Garantizar comida y agua a la población permitirá vivir con mayor grado de seguridad. En este artículo de la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura observamos cuales son los retos marcados para el futuro cercano.
Hoy en día, la agricultura, la silvicultura y la pesca se enfrentan a muchos desafíos. La producción agrícola mundial tendrá que aumentar en torno a un 60 por ciento para 2050 con el fin de hacer frente a la ascendiente demanda de alimentos y piensos de una población mundial creciente y cambiante. Sin embargo, muchos de los sistemas actuales de producción ya están bajo presión, debido a la degradación de los recursos de tierra y agua, y la pérdida de biodiversidad y servicios ecosistémicos que resultan de prácticas no sostenibles. Estos problemas se agravarán por el cambio climático previsto y el incremento pronosticado de fenómenos meteorológicos extremos. La producción y los medios de vida se verán afectados por, entre otros factores, las altas temperaturas que superan los umbrales de supervivencia de cultivos, árboles y peces, el aumento de la acidez de los océanos y una mayor severidad de los fenómenos meteorológicos extremos. Si no se hace frente a estas cuestiones de manera adecuada, no podremos tener éxito para garantizar la seguridad alimentaria mundial, el desarrollo sostenible y equitativo y la erradicación de la pobreza.
Se prevé que el cambio climático afectará a los sectores de la agricultura, la silvicultura y la pesca de muchas maneras diferentes. Mientras que el aumento de las temperaturas y los efectos de la fertilización por CO2 pueden beneficiar la producción en algunas regiones a corto plazo, se prevé que las consecuencias globales sobre los rendimientos sean adversas. Los más afectados serán los más vulnerables, los que tienen menor capacidad de adaptación y mayor riesgo frente a los fenómenos meteorológicos extremos. La agricultura, la silvicultura y el uso de la tierra asociado contribuyen en torno a un 20-30 por ciento del total de las emisiones de GEI antropogénicos. En particular, la expansión de la agricultura para la producción agrícola o ganadera es la principal causa de la deforestación y la degradación de las turberas, lo que resulta en importantes pérdidas de las reservas de carbono contenidas en estos valiosos ecosistemas, así como de sus recursos genéticos.
Desafíos clave
El cambio climático representa una seria amenaza para la seguridad alimentaria mundial. Afecta a las cuatro dimensiones de la seguridad alimentaria: la disponibilidad de alimentos, el acceso a los alimentos, la estabilidad del suministro de alimentos, y la capacidad de los consumidores para utilizar adecuadamente los alimentos, incluyendo la inocuidad alimentaria y la nutrición. Los sistemas agrícolas y alimentarios requieren transformaciones fundamentales con el fin de responder a los desafíos relacionados con la seguridad alimentaria mundial y el cambio climático.
La adaptación de los sectores de agricultura, silvicultura y pesca, centrándose en la mejora de la resiliencia de los sistemas de producción y de las comunidades locales que dependen de ellos, es de importancia vital para hacer frente a las cambiantes condiciones climáticas previstas. Estas acciones deben desarrollarse en el contexto del incremento sostenible de la producción agrícola. Un uso más eficiente de los recursos y el aprovechamiento de los servicios ecosistémicos son elementos cruciales de esta estrategia. La agricultura, la silvicultura y la pesca pueden por lo tanto contribuir de manera significativa a los esfuerzos mundiales de mitigación, reduciendo su huella de carbono mediante la adopción de estrategias de crecimiento con bajas emisiones y mejorando el almacenamiento de carbono en los suelos, bosques y sistemas acuáticos.
¿Que hay que hacer?
Abordar los retos del cambio climático requiere la coordinación de una variedad de enfoques, a menudo específicos para determinados sectores o prácticas y condiciones locales. La FAO ha desarrollado y promueve el concepto de Agricultura Climáticamente Inteligente como enfoque para desarrollar las condiciones técnicas, políticas y de inversiones para lograr la seguridad alimentaria bajo el cambio climático. El enfoque de la CSA se basa en tres pilares:
Aumentar de manera sostenible la productividad agrícola y los ingresos;
Adaptarse y crear resiliencia ante el cambio climático; y Reducir y/o eliminar las emisiones de Gas de Efecto Invernadero, siempre que sea posible.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático afirma que aproximadamente 20 a 30 por ciento de las especies que ha evaluado es probable que estén cada vez en mayor riesgo de extinción a medida que la temperatura media mundial supera los niveles preindustriales por 2 a 3 grados centígrados.
El enfoque de la agricultura climáticamente inteligente crea evaluaciones específicas para una ubicación de los beneficios potenciales para la seguridad alimentaria, la adaptación y la mitigación de tecnologías y prácticas agrícolas para guiar las estrategias agrícolas. La agricultura climáticamente inteligente vincula explícitamente la financiación del clima con las fuentes tradicionales de financiación agrícola identificando los beneficios de la adaptación y la mitigación y los medios de medir, informar y verificar su provisión.
La gobernanza internacional es un elemento vital para garantizar las medidas adecuadas en los sectores relacionados con el diseño e implementación de las respuestas al cambio climático. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático es el foro clave de las políticas relacionadas con el cambio climático. En 2015 debe acordarse un nuevo régimen internacional sobre el clima bajo la CMNUCC para contener el calentamiento global por debajo de niveles críticos. Este acuerdo debería abordar las preocupaciones de los países en desarrollo, y en particular de los países menos desarrollados, con respecto a sus necesidades para adaptarse a la creciente variabilidad y los impactos previstos del cambio climático en sus sectores agrícolas, al tiempo que se promueve su potencial para contribuir a la reducción global de las emisiones de GEI.
Cambio Climático
El cambio climático se suma a los desafíos a los que se enfrentan los sistemas alimentarios y agrícolas. Representa una amenaza fundamental para la seguridad alimentaria mundial, el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza.
La agricultura, incluidas la silvicultura y la pesca, necesita adaptarse a los impactos del cambio climático y mejorar la resiliencia de los sistemas rurales de producción y cadenas de valor, logrando al mismo tiempo un aumento sostenible de sus bienes y servicios.
Mientras que la agricultura, la silvicultura y la pesca contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), ofrecen también oportunidades para la mitigación del cambio climático. Si cuenta con el apoyo de mecanismos de incentivos apropiados, la mitigación puede trabajar en sinergia con la adaptación y contribuir de forma importante al desarrollo rural y la sostenibilidad ambiental.
El cambio climático debe abordarse como una parte integral de la agenda global de desarrollo para dar lugar a resultados positivos sostenibles.
Puedes ver el artículo completo en este enlace de la FAO.
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