LIBERALISMO
Durante muchos años, los países comunistas no mantuvieron una dinámica de libre comercio con los países considerados capitalistas, de tal forma que el libre mercado no podía llevarse a cabo entre todas las naciones del mundo, sino sólo entre las que creían que el liberalismo económico era la mejor manera de relacionarse en el sistema internacional. Pero ¿Qué pasa una vez que los países deciden integrarse a esa dinámica de intercambio comercial y mínima intervención del Estado en los procesos económicos? Entonces, sucede que estas naciones comienzan a parecerse entre sí -o al menos, eso es lo que los liberales quieren hacernos creer- pues sus sistemas políticos se transforman con el fin de que se permita el intercambio económico y comercial que ya hemos mencionado. Aunque es natural en estos tiempos globalizados que los países tengan modelos económicos mas o menos parecidos, habrá otra complejidad que requiere resolver la teoría liberal: los países que sean liberales también deben ser democracias (Snyder, 2004).
Generalmente, cuando quieres que alguien compre el producto que hiciste será mejor que no estés peleado con tus potenciales clientes. Lo mismo pasa con el intercambio internacional de bienes y servicios. Si Estados Unidos y México tuvieran una relación conflictiva, aparte de que nuestro país sería muy distinto, no podríamos intercambiar productos con ellos con la “facilidad” con la que lo hacemos hoy en día. Es por esto que los liberales sostienen que su teoría ofrece una alternativa al pesimismo anárquico de los realistas bajo la siguiente premisa: Si hay intercambio económico bajo las libertades que ofrece un sistema político democrático, no habrá guerra entre los países.
La premisa anterior tiene su origen en la obra de Kant. En años recientes el ex presidente George Bush sostenía que este era el modelo que debería seguir el sistema internacional (BBC News, 2004). Sin embargo, el razonamiento de cada uno de los pensadores que ha defendido la idea de que la democracia evita la guerra es muy distinto. Kant, por ejemplo, explicó que los países con sistemas democráticos no se atacarán entre ellos dada la resistencia que ejerce la población de dichos países sobre sus gobiernos ante el prospecto de la guerra. Pero el mismo Bush desacreditó esta idea con la decisión de iniciar la Guerra en Irak y Afganistán después de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Dentro del liberalismo hay diferencias, y de hecho muchas; algunas de éstas provienen de la pretensión de esta teoría por explicar como interaccionan los Estados. Para explicar la relación entre las naciones se insiste en la efectividad del derecho internacional producido en diversas organizaciones internacionales. El ejemplo más conocido son los tratados que dan fuerza a la Organización de las Naciones Unidas. Es difícil pensar en la actualidad en una sola de las actividad de los Estado sin que ésta cuente con un órgano internacional capaz de regularla. No obstante, no todos los Estados se someten a las recomendaciones de las instituciones internacionales, esto genera tensiones y conflictos entre países. El mismo Bush quien defendió la democracia a capa espada (al menos discursivamente) ignoró el rechazo del Consejo de Seguridad de la ONU a la intervención de EEUU en Medio Oriente.
A pesar que la mitad de los países del mundo entraron a la dinámica capitalista poco después de la caída del régimen soviético, el mundo sigue pasando guerras. Y no han sido pocas. Así que, en realidad, el liberalismo ofrece una explicación por la cual los Estados probablemente evitan entrar en conflicto, pero no ha alcanzado a explicar la dinámica conflictiva de los últimos años.
Entonces, ante el déficit de la teoría liberal en relaciones internacionales, algunas de las ideas del realismo parecen resolver de manera más clara las preguntas que se hacen los académicos acerca del comportamiento y motivaciones de los Estados. Los defensores del liberalismo también olvidan que los procesos para instaurar democracias generalmente son violentos y son impuestos en una sociedad determinada. Por otro lado ¿Cuántas democracias del mundo han logrado alcanzar ese estatus sin un ejército y sin mantener a su milicia? Aunque hay una realidad global en la que la cooperación entre naciones y la ausencia de guerra son realmente necesarias para resolver crisis humanitarias y la escasez de recursos, el panorama parece cada vez menos propicio para que esto suceda.
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