viernes, 31 de julio de 2015

Éxito de la ONU

VIH-SIDA: El mundo alcanzó el objetivo de dar tratamiento a 15 millones de seropositivos.




Seguridad también es combatir la enfermedad. Un mundo con personas sanas permite crecer en todos los aspectos de la vida, sobre todo si se trata de enfermedades que en el llamado primer mundo están controladas. Saludamos con agrado este éxito de la ONU. A continuación, os dejo la noticia. 


El Programa de la ONU contra el VIH-SIDA (ONUSIDA) anunció hoy que el mundo alcanzó la meta de dar tratamiento a 15 millones de portadores del virus de inmunodeficiencia humana nueve meses antes del plazo establecido para hacerlo. 

Cumplido éste, el sexto Objetivo de Desarrollo del Milenio, fijado en el año 2000, la nueva meta de la agenda de desarrollo sostenible es erradicar la epidemia para 2030.


ONUSIDA presentó el informe con estos datos en Addis Abeba, Etiopía, en el marco de la Tercera Conferencia Internacional de Financiamiento al Desarrollo.


El director de Información y Evaluación Estratégica de ONUSIDA, Peter Ghys, destacó en una rueda de prensa en Ginebra, que la cantidad de nuevos infectados disminuyó un 35% mientras que los decesos relacionados con el SIDA decrecieron un 41%.


“Con estos logros hemos evitado casi 8 millones de muertes relacionadas con el SIDA del 2000 a la fecha. Para ponerlo en perspectiva, en el año 2000 sólo unas 10.000 personas recibían tratamientos con antirretrovirales en África, mientras que hoy son más de 15 millones los seropositivos que reciben ese tratamiento a nivel mundial”, dijo el alto funcionario.


Según el estudio, la respuesta global ha impedido también el contagio de 30 millones de personas con el virus durante el mismo periodo.


ONUSIDA afirmó que estos resultados demuestran que la respuesta a la epidemia del VIH ha sido una de las inversiones más inteligentes en materia de salud y desarrollo.


Sostuvo, además, que el mundo ha seguido el camino correcto en el combate al SIDA y consideró que la acción concertada durante los próximos cinco años será decisiva para eliminar la enfermedad para el 2030.


El director ejecutivo de ONUSIDA, Michel Sidibé, recordó que en el 2000 predominaba la idea de que el tratamiento con antirretrovirales era para los ricos. “Hemos probado que era una concepción equivocada…hoy tenemos 15 millones de historias de éxito”, puntualizó.

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viernes, 24 de julio de 2015

¿Por qué funciona el Califato?

El pasado 27 de junio Loretta Napoleoni, reputada economista y analista italiana, publícó en El País un interesante artículo sobre las características del denominado Estado Islámico, aprovechando la "celebración" del primer aniversario de su creación. Para la autora, pragmatismo y modernidad son las señas características de este grupo terrorista, donde la pugna religiosa suní-chií también lastra bastantes de las presuntas convicciones. 

Era de esperar que, con motivo del primer aniversario de la creación del Califato, el 29 de junio, sus seguidores cometieran algún acto terrorista. Y el modelo ha sido el mismo de los últimos 12 meses: varios atentados de naturaleza y escala distintas en Occidente y en Oriente. En Europa no es necesario un nuevo 11-S ni una nueva masacre de Atocha, basta con decapitar a un hombre en Lyon, “en nombre del Estado Islámico”, para causar el pánico entre la población. En Túnez funcionan mejor las matanzas de turistas, mientras que en Kuwait, Yemen y Arabia Saudí, la modalidad escogida es la de las bombas en mezquitas chiíes.
El motor detrás de todos estos atentados son las palabras dirigidas por el Califa hace un año a la población suní mundial: “Este es vuestro Estado, venid a construirlo y, si no, haced todo lo que podáis, estéis donde estéis, para apoyarlo”. Desde entonces resuenan en todo el mundo y hacen crecer el número de adeptos. Muchos han viajado al Estado Islámico para combatir al enemigo, y el mayor contingente procede paradójicamente de Túnez, el único país en el que laprimavera árabe ha triunfado. Pero también en Arabia Saudí, Yemen y Kuwait aumenta el número de jóvenes que desean incorporarse al EI, y de ahí los frecuentes ataques contra los chiíes en esos países.
A un año de su nacimiento, la capacidad de seducción del Estado Islámico es mayor que nunca. Un hecho preocupante que nos obliga a reflexionar sobre el porqué de sus éxitos.
Con unas fronteras flexibles, capaz de captar reclutas en el ciberespacio, interceptar comunicaciones por satélites y modificar nuevas armas, el Califato se parece más a Star Trekque al Afganistán del Mulá Omar y Osama bin Laden.
El Estado Islámico posee unas características que ningún otro gupo armado yihadista ha tenido jamás: pragmatismo y modernidad. El Califato sabe explotar los puntos débiles y los fuertes del enemigo. Una táctica napoleónica que, en 12 meses, le ha permitido extender sus fronteras, consolidar el territorio y convertirse en el icono indiscutible del movimiento yihadista mundial.
La dirección del EI conoce muy bien al enemigo, porque pelea contra él desde 2003. Los generales del Califato proceden del Ejército y de los servicios de inteligencia de Sadam Husein. Muchos fueron adiestrados por los occidentales al inicio de su carrera, durante la guerra entre Irak e Irán. Todos se quedaron sin trabajo tras la conquista de Bagdad, cuando Paul Brenner, el virrey del nuevo Estado, despidió en bloque al Ejército y la policía. Aquel fue el primer error. Aunque el Pentágono había sugerido solo una depuración, los aliados chiíes convencieron al vicepresidente norteamericano Dick Cheney de que echara a todos. En el vacío creado, Maliki, primer ministro hasta 2014, transformó el Ejército iraquí en un batiburrillo de milicias chiíes, y Al Zarqaui, el líder supremo de los yihadistas, se quedó con los mejores estrategas de Sadam Husein. Como consecuencia, en poco más de 10 años, la situación se ha ido al traste, el Califato combate con un ejército muy preparado, e Irak está en manos de bandas armadas de chiíes exaltados.
Jack Keane, uno de los artífices del refuerzo de tropas estadounidenses de 2007, está de acuerdo con este análisis. Coinciden también los norteamericanos que se encargaron de formar mandos y entrenar a los soldados en el uso de las armas más modernas. Muchos llevan años diciendo que el nuevo Ejército iraquí ha vendido en el mercado negro gran parte del arsenal bélico proporcionado por Washington. Se calcula que el coste para el contribuyente estadounidense ha sido de 42.000 millones de dólares, un dinero decididamente mal gastado.
El segundo error es pensar que los drones y la moderna tecnología de reconocimiento proporcionados por Estados Unidos bastan para que un ejército de incompetentes y corruptos pueda ganar la guerra. La conquista de Ramadi, a las puertas de Bagdad, lo confirma. Después de imponer el silencio en las redes sociales durante semanas, el EI tomó la ciudad por sorpresa durante una tormenta de arena que cegó a drones y satélites. Una oleada de atentados con bombas en carros de combate abrió un agujero en las defensas iraquíes y permitió a los yihadistas izar sobre los tejados la primera bandera blanca y negra. Los soldados iraquíes salieron corriendo, igual que el verano pasado en Mosul, y abandonaron uniformes y armas sobre el terreno.
Otra equivocación es pensar que la población del Califato no le da su apoyo porque se siente conquistada y oprimida por el enésimo poder dictatorial. En Palmira, una ciudad cuya riqueza está en las ruinas grecorromanas, las autoridades del Califato, después de ejecutar en público a los leales a El Asad, se han dedicado a garantizar las infraestructuras básicas —agua, electricidad—, pero también hospitales y escuelas, y han permitido a los comerciantes que vayan a Raqaa a abastecerse.
En los grandes centros conquistados en el último año, como Mosul, el Estado Islámico busca el favor de la población con una política de normalidad cotidiana y muestra una gran flexibilidad ante las exigencias de cada comunidad. En Faluya, en 2014, la bandera del Califato no se izó hasta semanas después, mientras negociaba las condiciones de gestión de la ciudad con los jefes tribales. Esa estrategia está dando frutos tanto dentro del nuevo Estado como en el exterior. Por ejemplo, para reclutar a mujeres musulmanas occidentales, se les ofrece una vida doméstica tranquila y una buena situación social al lado de un héroe yihadista, padre fundador del Califato. Para las que prefieren combatir, existe una brigada armada totalmente femenina, y para las que, como Sham, una médico maliense, desean seguir ejerciendo su profesión, hay ambulatorios y hospitales solo para mujeres.
Tanto en Irak como en Siria, el arma de captación más refinada del Estado Islámico es el aliciente nacionalista en contra de los regímenes dictatoriales chiíes y sus aliados occidentales. Por desgracia, Occidente no ha comprendido todavía que el fundamentalismo religioso ha sufrido una mutación genética. Quienes se dejan seducir por él se introducen de golpe en una experiencia única: la creación de la primera nación-Estado suní, la materialización de la utopía política musulmana. Por eso, para entender la capacidad del EI para atraer a hombres y mujeres en el exterior y obtener el consenso popular en su interior, deberíamos hablar de patriotismo, más que de terrorismo.
Un año después de su creación, el éxito del Califato y los fracasos de la coalición mundial en su contra están ligados a la novedad del fenómeno Estado Islámico, que a los que quieren destruirlo todavía les cuesta comprender.

viernes, 17 de julio de 2015

Peace Keeping

Continuamos con las definiciones más frecuentes en paz, seguridad y ayuda humanitaria. En este caso el PeaceKeeping, o mantenimiento de la paz. Puede que no conozcamos esta expresión anglosajona, pero seguro que sí recordamos las misiones de paz de Naciones Unidas y los Cascos Azules




“Despliegue de una presencia de Naciones Unidas en el terreno, hasta ahora con el consentimiento de todas las partes implicadas, lo que normalmente se hace recurriendo a personal militar y/o de policía, e incluso a personal civil”. Ésta es la definición dada por el antiguo Secretario General de Naciones Unidas, Boutros Ghali, en su documento programa de paz, referida a un tipo específico de operaciones de paz, las denominadas Operaciones de Mantenimiento de la Paz.

Bajo el epígrafe de “Operaciones de Paz” cabe hablar de tres tipos de operaciones de las Naciones Unidas:

a) Operaciones de Mantenimiento de la Paz (Peace Keeping), orientadas a preservar la paz en contextos de tensión, por ejemplo en países en los que ya ha acabado la guerra mediante la firma de un acuerdo de paz y es necesario vigilar el cumplimiento de las condiciones establecidas en el mismo. Estas operaciones requieren el consentimiento de las partes y utilizan la fuerza sólo en defensa propia.

b) Operaciones de Establecimiento de la Paz, cuyo objetivo es pacificar una situación inestable y conseguir que las partes lleguen a un acuerdo global por medios pacíficos. Su paradigma fue la operación de Naciones Unidas en Namibia en 1989/90, habiendo conducido posteriormente operaciones similares en El Salvador, Angola, Camboya y Mozambique.

c) Operaciones de Imposición de la Paz. A diferencia de las anteriores, no cuentan con el consentimiento del Estado en el que se actúa, y contemplan el uso activo de la fuerza para imponer determinado mandato del Consejo de Seguridad.

Para  ver el artículo completo, pinchar aquí




viernes, 10 de julio de 2015

La estrategia del miedo

El Estado Islámico ataca a la población no combatiente mediante acciones planificadas sistemáticamente y sostenidas en el tiempo para conseguir objetivos políticos. 


El pasado 26 de junio tres atentados en París, Túnez y Kuwait volvieron a hacernos sentir todo lo que el denominado Estado Islámico representa: dominación, terror y ausencia de libertad. Las batallas de Siria e Irak así lo demuestran y los testimonios que nos llegan desde los territorios ocupados por el EI nos alertan de lo que son capaces de hacer. En este momento una coalición internacional lo combate, pero no parece suficiente ya que los miembros del Califato avanzan hacia la frontera turca desde Siria. Para entender un poco más la estrategia del Estado Islámico, también llamado ISIS, ISIL y Daesh, os dejo este artículo de Francisco Rubio Damián, experto del observatorio de paz, seguridad y defensa de la Universidad de Zaragoza. 


Los ataques directos contra la población están presentes en la práctica totalidad de las guerras civiles, convertidas en escenarios idóneos para los atentados terroristas indiscriminados y la limpieza étnica. Tradicionalmente, estas agresiones se han justificado por la contribución de la población al esfuerzo bélico y por la utilización que los movimientos insurgentes hacen de los civiles para confundirse entre ellos y sobrevivir a su costa. Sin embargo, hoy el agresor busca principalmente condicionar la opinión de los ciudadanos para que ejerzan una presión insuperable sobre sus dirigentes políticos. Dicho de otro modo, en los conflictos armados actuales los civiles siguen siendo un objetivo preferente, más por su capacidad de influencia política que por su apoyo efectivo a las operaciones. Así lo entendieron los serbios cuando emprendieron una limpieza étnica generalizada en Kosovo y así lo entiende en la actualidad el Estado Islámico (Daesh).


El Estado Islámico aplica una estrategia de victimización de civiles consistente en atacar a la población no combatiente mediante acciones planificadas sistemáticamente y sostenidas en el tiempo para conseguir objetivos políticos. Se trata, por lo tanto, de una decisión política que nada tiene que ver con los llamados daños colaterales o con ataques descoordinados y aleatorios realizados por fuerzas descontroladas. En este sentido, la victimización no es un impulso irracional, sino una decisión adoptada con la finalidad de conquistar y controlar un territorio. Una forma de violencia tan impopular y contraria al más elemental sentido ético sólo es factible por la conjunción de tres condiciones básicas: visión perversa del enemigo, despreocupación por la legalidad internacional y beneficio estratégico.

La percepción subjetiva de una insuperable brecha cultural convierte a los adversarios del Estado Islámico en individuos infames a los que se debe castigar incluso con la muerte. La violencia en este caso tiene su origen en el desprecio, el resentimiento y la venganza, de ahí que la acompañen con sofisticadas formas de sufrimiento. En realidad se trata de un problema de identidad, puesto que la victimización es mucho más aceptable cuando se identifica al enemigo con una sociedad impía y cruel, demonizada por sus diferencias culturales y religiosas. Por eso el Estado Islámico necesita crear un modelo social de identidades antagónicas e incompatibles, distorsionando la realidad cuanto sea necesario.

Por otra parte, la descomposición instalada en Oriente Próximo ha contagiado entre la sociedad musulmana la añoranza por remotos tiempos de esplendor. En su versión más radical, los islamistas interpretan que su actual deterioro es consecuencia del dominio ejercido por el mundo occidental, rico y avanzado, pero también decadente y degenerado. Este razonamiento alimenta la pretensión de instaurar relaciones de poder, estructuras políticas y sistemas jurídicos propios del pasado y, en última instancia, fundamenta el absoluto desprecio del Estado Islámico por el derecho internacional humanitario.


La violencia en este caso tiene su origen en el desprecio, el resentimiento y la venganza, de ahí que la acompañen con sofisticadas formas de sufrimiento

La última condición es el supuesto beneficio estratégico que permitiría al Estado Islámico alcanzar sus objetivos políticos a un coste asumible. Una de las ventajas estratégicas consiste en doblegar la voluntad de la población mediante el terror, tanto en el territorio ocupado, para evitar cualquier atisbo de contestación social, como en el exterior, para anular el apoyo popular a sus enemigos y lograr la autocensura timorata de los medios de comunicación. La otra ventaja estratégica deriva del temor a enfrentarse a quienes no dudan en mutilar, esclavizar o asesinar. Un ejército atenazado por el miedo pierde su capacidad de combate y se convierte en un objetivo asequible, tal como se pudo comprobar en Mosul y Ramadi. Con estas conquistas aparentemente sencillas —son muchos los casos— el Estado Islámico quiere mostrar su pretendida superioridad sobre los infieles y sobre quienes no defienden sus postulados con su misma vehemencia. Sin embargo, para que el temor surja efecto en la población es imprescindible difundir las acciones violentas de la forma más descarnada posible, actividad en la que el Estado Islámico se ha aplicado concienzudamente.

En definitiva, la estrategia del Estado Islámico prevé el dominio de un área geográfica (el Califato) y la posterior expansión territorial. En estas circunstancias, sus dirigentes consideran que el control interno pasa por la desactivación —para el Estado Islámico , la limpieza— de los grupos sociales contrarios. El Estado Islámico pretende, además, crear un estado de ánimo de derrota por el miedo, de anulación de la oposición interna, de neutralización de la capacidad de combate de las fuerzas enemigas y, muy importante, de captación internacional de yihadistas. Piensan que los líderes occidentales son muy vulnerables a la opinión pública y que esta “debilidad”, bien explotada, les permitirá ganar su guerra. Por lo tanto, no pretenden sólo castigar a los infieles; buscan principalmente acortar la duración del conflicto y facilitar el control del territorio, reduciendo sus costes económicos y humanos, lo que en último término les ayuda a superar hipotéticos inhibidores morales —si es que los tienen— para matar y torturar civiles.

Por lo tanto, el terror implantado por el Estado Islámico se asienta en dos lógicas: la lógica del castigo, para acabar con el apoyo de la población al esfuerzo bélico, y la lógica del miedo, para minar la capacidad de combate del enemigo. Sin embargo, el castigo y el miedo no suelen producir los efectos buscados. De hecho, y obviando importantes consideraciones éticas, la victimización de los civiles se acabará revelando como una torpeza estratégica más de Abubaker al Bagdadi, porque la violencia gratuita, más que inefectiva, es contraproducente, fortalece la capacidad de resistencia de la población y desactiva cualquier opción de alianza exterior.

Puedes ver el artículo publicado en este enlace

viernes, 3 de julio de 2015

Seguridad Humana

Los conceptos que sobre la seguridad existen hoy día son bien distintos de los de antes, cuando el mundo estaba separado en bloques militares e ideológicos. Su aplicación  correcta en los contextos individuales es de gran importancia, porque ayudan a aplicar las medidas adecuadas para solucionar, negociar o paliar conflictos. A continuación os dejo un artículo sobre el concepto de Seguridad Humana escrito por la ONU. En este link tenéis acceso a la totalidad del mismo. En sucesivas bitácoras iremos desgranando los conceptos que para la seguridad internacional tienen hoy más relevancia. 

La seguridad humana es un marco normativo dinámico y práctico para hacer frente a las amenazas de carácter intersectorial y generalizado con que se enfrentan los gobiernos y las personas. Dado que las amenazas a la seguridad humana presentan grandes diferencias en el plano nacional e internacional y a lo largo del tiempo, la aplicación del concepto de seguridad humana requiere una evaluación de las inseguridades humanas que sea amplia, centrada en las personas, específica para cada contexto y orientada a la prevención. Este planteamiento ayuda a centrar la atención en las amenazas existentes y emergentes para la seguridad y el bienestar de las personas y las comunidades.

Asimismo, al determinar cuáles son las necesidades concretas de las poblaciones afectadas, la seguridad humana afecta directa y positivamente a la vida diaria de las personas amenazadas en su subsistencia, medios de vida y dignidad. Como consecuencia de ello, la promoción de la seguridad humana produce resultados más inmediatos y tangibles que abordan integralmente las causas fundamentales de esas amenazas; determina cuáles son las prioridades en función de las necesidades reales, la vulnerabilidad y la capacidad de los gobiernos y las personas; y pone de relieve posibles discordancias entre las políticas y las respuestas nacionales, regionales e internacionales. La combinación de esos elementos ayuda a fortalecer las medidas adoptadas por los gobiernos y otros agentes en apoyo de la seguridad humana.

La aplicación del concepto de seguridad humana es en gran parte resultado de un marco normativo basado en dos pilares que se refuerzan mutuamente: la protección y el empoderamiento. La aplicación de ese marco permite disponer de un enfoque amplio que combina normas, procesos e instituciones concebidos en sentido descendente con instrumentos de carácter ascendente, en el que los procesos participativos apoyan la importante función que desempeñan las personas como agentes en la definición y el ejercicio de sus derechos fundamentales.

Además, al integrar las respuestas de los agentes pertinentes de un modo más coherente y eficaz, la seguridad humana se basa en las capacidades existentes de los gobiernos y los pueblos mediante respuestas integradas y amplias que aprovechan las ventajas comparativas de una gran variedad de agentes, lo que asegura la coherencia en la asignación de recursos, objetivos y responsabilidades entre los distintos agentes a nivel local, nacional, regional e internacional, eliminando la duplicación de tareas y promoviendo respuestas focalizadas, coordinadas y eficaces en función del costo.

Por último, la seguridad humana queda mejor salvaguardada con la adopción de medidas proactivas y preventivas ante las amenazas actuales y nuevas. Al examinar la forma en que las distintas amenazas a las personas y comunidades pueden traducirse en factores de inseguridad más amplios, la seguridad humana promueve el desarrollo de mecanismos de alerta que ayudan a mitigar los efectos de las amenazas actuales, y, de ser posible, evitar que se produzcan amenazas en el futuro.