viernes, 27 de noviembre de 2015

Escuelas y Teorías en Relaciones Internacionales (2)

LIBERALISMO



Durante muchos años, los países comunistas no mantuvieron una dinámica de libre comercio con los países considerados capitalistas, de tal forma que el libre mercado no podía llevarse a cabo entre todas las naciones del mundo, sino sólo entre las que creían que el liberalismo económico era la mejor manera de relacionarse en el sistema internacional. Pero ¿Qué pasa una vez que los países deciden integrarse a esa dinámica de intercambio comercial y mínima intervención del Estado en los procesos económicos? Entonces, sucede que estas naciones comienzan a parecerse entre sí -o al menos, eso es lo que los liberales quieren hacernos creer- pues sus sistemas políticos se transforman con el fin de que se permita el intercambio económico y comercial que ya hemos mencionado. Aunque es natural en estos tiempos globalizados que los países tengan modelos económicos mas o menos parecidos, habrá otra complejidad que requiere resolver la teoría liberal: los países que sean liberales también deben ser democracias (Snyder, 2004).

Generalmente, cuando quieres que alguien compre el producto que hiciste será mejor que no estés peleado con tus potenciales clientes. Lo mismo pasa con el intercambio internacional de bienes y servicios. Si Estados Unidos y México tuvieran una relación conflictiva, aparte de que nuestro país sería muy distinto, no podríamos intercambiar productos con ellos con la “facilidad” con la que lo hacemos hoy en día. Es por esto que los liberales sostienen que su teoría ofrece una alternativa al pesimismo anárquico de los realistas bajo la siguiente premisa: Si hay intercambio económico bajo las libertades que ofrece un sistema político democrático, no habrá guerra entre los países.

La premisa anterior tiene su origen en la obra de Kant. En años recientes el ex presidente George Bush sostenía que este era el modelo que debería seguir el sistema internacional (BBC News, 2004). Sin embargo, el razonamiento de cada uno de los pensadores que ha defendido la idea de que la democracia evita la guerra es muy distinto. Kant, por ejemplo, explicó que los países con sistemas democráticos no se atacarán entre ellos dada la resistencia que ejerce la población de dichos países sobre sus gobiernos ante el prospecto de la guerra. Pero el mismo Bush desacreditó esta idea con la decisión de iniciar la Guerra en Irak y Afganistán después de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Dentro del liberalismo hay diferencias, y de hecho muchas; algunas de éstas provienen de la pretensión de esta teoría por explicar como interaccionan los Estados. Para explicar la relación entre las naciones se insiste en la efectividad del derecho internacional producido en diversas organizaciones internacionales. El ejemplo más conocido son los tratados que dan fuerza a la Organización de las Naciones Unidas. Es difícil pensar en la actualidad en una sola de las actividad de los Estado sin que ésta cuente con un órgano internacional capaz de regularla. No obstante, no todos los Estados se someten a las recomendaciones de las instituciones internacionales, esto genera tensiones y conflictos entre países. El mismo Bush quien defendió la democracia a capa espada (al menos discursivamente) ignoró el rechazo del Consejo de Seguridad de la ONU a la intervención de EEUU en Medio Oriente.

A pesar que la mitad de los países del mundo entraron a la dinámica capitalista poco después de la caída del régimen soviético, el mundo sigue pasando guerras. Y no han sido pocas. Así que, en realidad, el liberalismo ofrece una explicación por la cual los Estados probablemente evitan entrar en conflicto, pero no ha alcanzado a explicar la dinámica conflictiva de los últimos años.

Entonces, ante el déficit de la teoría liberal en relaciones internacionales, algunas de las ideas del realismo parecen resolver de manera más clara las preguntas que se hacen los académicos acerca del comportamiento y motivaciones de los Estados. Los defensores del liberalismo también olvidan que los procesos para instaurar democracias generalmente son violentos y son impuestos en una sociedad determinada. Por otro lado ¿Cuántas democracias del mundo han logrado alcanzar ese estatus sin un ejército y sin mantener a su milicia? Aunque hay una realidad global en la que la cooperación entre naciones y la ausencia de guerra son realmente necesarias para resolver crisis humanitarias y la escasez de recursos, el panorama parece cada vez menos propicio para que esto suceda.

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viernes, 20 de noviembre de 2015

Escuelas y Teorías en las Relaciones Internacionales (1)

REALISMO



El Realismo toma como punto de partida la presunción que la comunidad internacional existe en un estado de anarquía, y que no existe otro mecanismo de regulación mas que el poder. En otras palabras, según el realismo, el estado es el actor principal, y la interacción entre naciones ocurre por medio del estado, no por medio de instituciones internacionales u otro tipo de organizaciones. Según este modelo, cada estado es responsable por su propio bienestar y su supervivencia; de esta manera, el poder se convierte en el elemento central de interés para cada estado. Por poder se entiende en este caso capacidad militar, preponderancia económica, capacidad de movilización política, y percepción internacional entre otras. Por esta razón, es la responsabilidad de cada estado obtener tanto poder le sea posible, incluso si es necesario hacerlo a cuesta de otros.
En tal estado de anarquía, el orden es establecido por un balance de poder: los estados menos poderosos crean un alianza contra los mas poderosos, de tal manera que si el estado mas poderosos del sistema (conocido como el poder hegemónico) intenta atacar o anexar alguno de los estados menos poderosos, la alianza de estos estados contraataca; así, la amenaza de retaliación mantiene un orden y establece ciertos limites. Igualmente, otros estados se alinean con el poder hegemónico en caso de conveniencia, usualmente para protegerse de otros estados hostiles. De esta manera, las alianzas cambian de acuerdo a las circunstancias, manteniendo siempre un balance de poder.
Usualmente se requiere de un conflicto bélico de alta magnitud que desgaste al poder hegemónico de tal manera que le resulte imposible impedir a otro estado asumir la posición de hegemonía. Históricamente, se pueden identificar algunos ejemplos, tales como la guerra entre Roma y Cartago, la cual consolidó a Roma como poder hegemónico. En ciertos casos, sin embargo, si un poder hegemónico se expande más allá de su capacidad, puede colapsar por si mismo. El último fue el caso de Inglaterra, que tras el desplome de su imperio le dio el paso libre a los Estados Unidos para asumir la posición de poder hegemónico. Como resultado, las reglas del sistema internacional tienden a reflejar los intereses del estado hegemónico. Tucídides identificó este principio hace mas de dos mil años con aquella frase célebre que dice, los vencedores hacen lo que pueden, y los perdedores hacen lo que tiene que hacer.
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viernes, 13 de noviembre de 2015

¿Qué es el PeaceBuilding?


La configuración del concepto de construcción de la paz ha ido muy ligado a la propia noción de paz y conflicto y al análisis de sus causas. Tradicionalmente la paz se ha entendido como la ausencia de violencia directa o guerra. Esta noción tiene su origen en la pax romana en su doble dimensión de imposición del orden interno por una parte y por otra la disuasión hacia el exterior a partir del poder militar, en la conocida máxima si quieres la paz, prepárate para la guerra. En la década de los sesenta, con la aparición de la investigación para la paz como disciplina, algunos académicos, investigadores y activistas avanzaron hacia un concepto más amplio de paz que la relacionaba con la justicia social, la igualdad, y el diálogo (Lederach, 1995; 1998; Galtung, 1969). Frente a la paz negativa entendida como ausencia de violencia, se propuso la paz positiva como un proceso complejo, de medio y largo plazo que se relaciona con los derechos humanos, el desarrollo y el respeto del medio ambiente. Se consideraba el conflicto como un elemento constitutivo de toda sociedad, que se produce en situaciones en la que las personas o grupos sociales buscan o perciben metas opuestas, afirman valores antagónicos o tienen intereses divergentes. El conflicto no es positivo ni negativo en si mismo, lo que es importante es la forma en que se regulan o transforman estas incompatibilidades, si es de una forma destructiva o constructiva. A lo largo de la historia los conflictos han sido una de las fuerzas motivadoras del cambio social y un elemento creativo esencial en las relaciones humanas. La paz es un proceso encaminado a promover formas constructivas de resolver los conflictos.

En la década de los sesenta, autores como Johan Galtung, Kenneth and Elsie Boulding abordaron la construcción de la paz desde una perspectiva centrada en las causas estructurales de los conflictos y en los enfoques de abajo arriba (bottom up approaches), que parten del individuo y de sus necesidades en la sociedad. Uno de los aportes más relevantes fue el de Johan Galtung (1969) y sus conceptos de violencia directa, violencia estructural y violencia cultural. La violencia directa se relaciona con la agresión y su máxima expresión es la guerra; la violencia estructural es aquella que procede de las estructuras sociales, políticas y económicas opresivas, que impiden que las personas se desarrollen en toda su potencialidad: por ejemplo, la pobreza, el hambre, la falta de acceso a la educación o la salud son formas de violencia. Y la violencia cultural que procede de la imposición de unos valores o pautas culturales, negando la diversidad cultural y legitimando el uso de la fuerza como forma de resolver los conflictos. Por lo tanto, construir la paz es un proceso encaminado a reducir todas estas formas de violencia, sea esta directa, estructural o cultural.

Posteriormente, Johan Galtung establece una relación entre las tres manifestaciones de la violencia, con las llamadas 3 R, la Reconstrucción tras la violencia, las Reconciliación de los actores enfrentados y la Resolución del conflicto subyacente. Esto le permite abordar la reconstrucción como un proceso que abarca cuatro formas de acción simultáneas: la rehabilitación que aborda la curación a corto plazo y la abolición de la guerra a largo plazo; la reconstrucción económica y física que tiene en cuenta el desarrollo humano, social y cultural a partir de un diálogo que incluya a la ciudadanía; la reestructuración que implica construir nuevas estructuras y eliminar las viejas, sobre la bases de una democracia que tenga legitimidad y esté basada en la participación de la sociedad civil; y la reculturización que permita introducir conocimientos y destrezas básicas sobre la resolución de los conflictos en todos los niveles educativos.

Asimismo, Galtung aborda la reconciliación en dos dimensiones. La primera relacionada con la conducta, en el sentido de evitar que se reabran las hostilidades. La segunda se relaciona con la actitudes y con la curación, en el sentido de que las personas sean rehabilitadas. Y por último, Galtung sugiere dos enfoques para abordar la resolución de incompatibilidades, el que se realiza dentro de las estructuras democráticas (el enfoque parlamentario) y el que se realiza en la sociedad, a partir de medidas no violentas ( el enfoque extraparlamentario).

Otro de los autores que han sido claves en la definición del concepto de construcción de paz, ha sido Jean Paul Lederach que plantea que:

(..) un concepto global que abarca, produce y sostiene toda la serie de procesos, planteamientos y etapas necesarias para transformar los conflictos en relaciones más pacíficas y sostenibles. El término incluye, por lo tanto, una amplia gama de actividades y funciones que preceden y siguen los acuerdos formales de paz. Metafóricamente, la paz no se ve solamente como una fase en el tiempo o una condición; es un proceso social dinámico y como tal requiere un proceso de construcción, que conlleva inversión y materiales, diseño arquitectónico, coordinación del trabajo, colocación de los cimientos y trabajo de acabado, además de un mantenimiento continuo.

Jean Paul Lederach plantea que el conflicto pasa por diversas etapas (de la confrontación por las incompatibilidades, a la negociación y resolución) y que se transforma. En este sentido la construcción de la paz supondría el paso de la confrontación, a la transformación del conflicto en relaciones pacíficas y sostenibles. Estos enfoques holísticos planteados desde la investigación para la paz, marcaron los orígenes del concepto de construcción de la paz. Posteriormente ha ido adquiriendo más relevancia un enfoque más operativo centrado en las acciones, programas y políticas específicas necesarias para resolver los conflictos civiles y crear las condiciones necesarias para una paz sostenible.

El concepto de construcción de paz, como tal, fue asumido en el discurso oficial de Naciones Unidas, con Boutros-Ghali, Secretario General de la Institución cuando en junio de 1992, emitió el informe Una Agenda para la Paz (A/47/277, S/24111). En este informe introdujo una taxonomía de conceptos y enfoques que desde entonces han sido una referencia clave en este ámbito: la diplomacia preventiva, las operaciones de mantenimiento de la paz (peace-keeping), las operaciones de imposición de la paz (peace-making) y la construcción de la paz, o Peace-Building. La diplomacia preventiva abarca las medidas destinadas a evitar controversias entre dos o más partes, y a impedir que las tensiones existentes devengan en conflictos violentos: las operaciones de mantenimiento de la paz (peace-keeping), que se refieren a la presencia de Naciones Unidas o de otra fuerza militar sobre el terreno, con el consentimiento de las partes interesadas y que normalmente suponen el despliegue de personal militar o policial; las operaciones de imposición de la paz (peace-making), que abarcan todas las acciones para detener las hostilidades y/o lograr que las partes hostiles lleguen a un acuerdo, esencialmente por medios pacíficos como los previstos en el capítulo VI de la Carta de las Naciones Unidas; y la construcción de la paz (peace-building), un concepto más amplio que abarca todos las anteriores y que se refiere a las acciones para alcanzar una paz estable y duradera, una vez que las hostilidades han terminado. Este informe proporcionó un importante impulso a los argumentos a favor de la adopción de una política global de prevención de conflictos y construcción de la paz por parte de la comunidad internacional.

Los elementos relacionados con la construcción de la paz, tal y como fue concebida por Boutros Ghali incluían el desarme de los actores armados, restaurar el orden, la eliminación de la armas, la repatriación de los refugiados, el apoyo y asesoramiento para la formación de los cuerpos de seguridad, el seguimiento de las elecciones, el desminado y otras formas de desmilitarización, proveer de asistencia técnica, avanzar en los esfuerzos para la protección de los derechos humanos, reformar y fortalecer las instituciones de gobernanza y promover la participación formal e informal en el proceso político. También incluía proyectos orientados a la creación de un nuevo entorno político, económico, social, seguridad, con los recursos e instrumentos necesarios para resolver las tensiones e incompatibilidades existentes de forma pacífica. En definitiva, Naciones Unidas juega un papel clave en ofrecer instrumentos y en apoyar a aquellos países asolados por la guerra para el establecimiento de las condiciones de una paz sostenible y duradera.

Otras contribuciones posteriores como los de la Comisión Carnegie para la Prevención de conflictos letales, el informe Brahimi, el Informe del Secretario General sobre Prevención de Conflictos (2001), las propuestas de la Unión Europea en el marco de su Política Exterior y de Seguridad Común, así como diversas iniciativas de la sociedad civil han ido ampliando el enfoque de construcción de paz.

Todos estos aportes han ido conformando el marco de la construcción de la paz, que abarca todas aquellas iniciativas que apoyan estructuras sostenibles y procesos, que fortalecen las perspectivas de una coexistencia pacífica e implican objetivos de medio y largo plazo de carácter político, económico, social y cultural. Se sustenta en tres ejes principales:


1. la prevención de los conflictos, que implica un análisis de las raíces y causas de la violencia, así como la definición de estrategias para intervenir cuando la escalada de tensión puede devenir en guerra. Esto supone abordar la multicausalidad de los conflictos actuales, que tiene sus raíces en desigualdades socioeconómicas, en la apropiación de recursos, en agravios históricos y étnicos, en factores políticos relacionados con la fragilidad de los Estados, entre otras. Y desarrollar estrategias en el medio y largo plazo que permitan que las tensiones existentes se resuelvan a partir de la diplomacia, la negociación y los mecanismos de alerta temprana.


2. la gestión del conflicto que se refiere a todas aquellas iniciativas que se adoptan durante el conflicto armado, como la negociación, la mediación, así como las acciones de diplomacia paralela que pueden contribuir a desactivar la escalada de la violencia, o la protección de los civiles a partir de misiones internacionales.


3. la rehabilitación posbélica que implica una serie de medidas en el corto plazo, encaminadas a superar las heridas de la guerra y a reconstruir las infraestructuras y las instituciones que permitan el funcionamiento del país, a impulsar procesos de Desmovilización, Desarme y Reintegración (DDR) de los ex combatientes. Y medidas de medio y largo plazo que implican abordar las causas que originaron el conflicto armado y sentar las bases sociales, políticas y económicas para lograr una paz sostenible y duradera. En este sentido, la rehabilitación posbélica es también una forma de prevenir los conflictos y las fronteras que separan la rehabilitación de la prevención son difusas y es necesaria enmarcarlas en el proceso conjunto de la transformación de los conflictos.

La amplitud de concepto construcción de paz permite abordar los conflictos armados actuales desde un enfoque holístico que considera en conflicto en su conjunto y por lo tanto la prevención, la gestión y rehabilitación del conflicto forma parte del mismo proceso. Esto resulta muy positivo porque plantea que todas las fases o momentos del conflicto son importantes y que es preciso contar con una visión global del conflicto, independientemente de la dimensión en la que se actúe. Al mismo tiempo plantea algunas dificultades a la hora de operativizar el concepto. Por una parte, por la amplitud del marco de acción y la multiplicidad de actores que intervienen. Algunos de ellos son: Naciones Unidas y los organismos regionales como la Unión Africana, la Organización de Estados Americanos; las Instituciones Financieras Internacionales, la Unión Europea, los gobiernos, las Fuerzas Armadas, las ONG internacionales, así como las organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación. Cada uno de estos actores responden a unos objetivos y fines determinados, no siempre coincidentes entre si, lo que puede plantear serios problemas de coordinación y gestión. Por otra, por la complejidad para diseñar una marco de acción común que sea capaz de integrar a todos los actores, en el ámbito local, nacional e internacional. Pero incluso aunque se lograse técnicamente conciliar los intereses y propuestas de los distintos actores, nos encontraríamos con la falta de voluntad política para actuar en marcos de supranacionales que permitiese abordar el conflicto más allá de los intereses nacionales que puedan existir. Y además, esto resulta particularmente complejo en un mundo en el que se carece de marcos de gobernación global para abordar los conflictos de forma holística. Es por esto, que la construcción de la paz es un marco de acción que se irá conformando en función de cómo vaya evolucionando el sistema internacional.

Artículo extraído de la web de la cooperación internacional en red. 



viernes, 6 de noviembre de 2015

Medio Ambiente y Conflictos Armados


Aunque la humanidad siempre ha contado sus víctimas de guerra en términos de soldados y civiles muertos y heridos, ciudades y medios de vida destruidos, con frecuencia el medio ambiente ha sido la víctima olvidada. Los pozos de agua han sido contaminados, los cultivos quemados, los bosques talados, los suelos envenenados y los animales sacrificados para obtener una ventaja militar.
Para concienciar sobre este asunto, la Asamblea General declaró el Día Internacional para la prevención de la explotación del medio ambiente en la guerra y los conflictos armados, el cual se celebrará el 6 de noviembre de cada año. 
Las Naciones Unidas concede gran importancia a garantizar que la actuación sobre el medio ambiente es parte de la prevención de conflictos, del mantenimiento de la paz y de las estrategias de consolidación de la paz, porque no puede haber paz duradera si los recursos naturales que sostienen los medios de subsistencia y los ecosistemas son destruidos.Además, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente señala que en los últimos 60 años al menos el 40% de los conflictos internos han tenido alguna relación con la explotación de los recursos naturales, tanto por ser considerados de «mucho valor», como madera, diamantes, oro, minerales o petróleo, como por ser escasos, por ejemplo, la tierra fértil y el agua. Cuando se trata de conflictos relativos a los recursos naturales se duplica el riesgo de recaer en el conflicto.
La ONU está redactando Guías para la mediación de los recursos naturales en las situaciones de conflictos, y ha elaborado un  Informe preliminar sobre la protección del Medio Ambiente en relación con los Conflictos Armados, sin duda muy interesantes para trabajar en la construcción de la paz.